Laura, Juan y María eran tres amigos inseparables que decidieron aventurarse en un bosque cercano a su pueblo. Laura, con su brújula en mano, lideraba el camino, mientras Juan hacía bromas para aliviar el miedo y María observaba todo con curiosidad.
El bosque era más grande y oscuro de lo que imaginaban, con árboles altos que bloqueaban la luz del sol y caminos que parecían cambiar de lugar. Después de horas caminando, se dieron cuenta de que estaban perdidos.
“Esto no tiene sentido,” dijo Laura mirando la brújula. “¡No señala ningún rumbo claro!”
De repente, encontraron un claro en el bosque donde había una flor enorme y brillante. Era tan hermosa que los tres se acercaron para admirarla. Pero cuando Laura extendió la mano, la flor comenzó a hablar.
“¡No se acerquen más! Este bosque esconde secretos que ustedes no comprenden,” dijo con una voz suave pero firme.
Sorprendidos, los niños escucharon atentamente mientras la flor les revelaba que una bruja llamada Estela había maldecido el bosque hace años, convirtiendo a los habitantes del pueblo en flores como ella y escondiendo su hogar entre los árboles.
“Para romper la maldición, deben encontrar una poción junto a los árboles azules,” dijo la flor. “Pero el camino está lleno de peligros.”
Sin dudarlo, los niños aceptaron el desafío, decididos a salvar el bosque y encontrar el camino de regreso a casa.
Capítulo 2: Los Árboles Azules
Guiados por la descripción de la flor, los niños siguieron buscando los árboles azules. A medida que avanzaban, el bosque se volvía más extraño. Las plantas parecían moverse, y susurros misteriosos llenaban el aire.
Después de lo que parecieron horas, encontraron un área donde los árboles tenían un brillo azul intenso. Sin embargo, al acercarse, las ramas comenzaron a moverse como si quisieran atraparlos.
“¡Cuidado!” gritó Juan, empujando a Laura justo antes de que una rama la alcanzara.
María observó a su alrededor y notó que los árboles parecían reaccionar al miedo. Con ingenio, comenzó a hablarles con valentía: “No queremos hacerles daño. Solo buscamos la poción para romper la maldición.”
Los árboles dejaron de moverse y, al pie de uno de ellos, apareció un pequeño frasco con un líquido brillante. Laura lo tomó cuidadosamente. “¡Es la poción!” exclamó.
Sin embargo, antes de que pudieran celebrar, una figura sombría apareció entre los árboles: era la bruja Estela. “¿Creen que podrán romper mi maldición tan fácilmente?” dijo con una risa malvada.
Capítulo 3: El Secreto Revelado
La bruja Estela levantó una mano y el bosque comenzó a oscurecerse aún más. “Ustedes no entienden lo que están haciendo,” dijo. “Este bosque es mi venganza contra quienes me rechazaron.”
Laura, con valentía, dio un paso al frente. “¡No está bien castigar a todos por lo que hicieron algunos!”
“¿Y qué saben ustedes de justicia?” respondió Estela. Pero antes de que pudiera hacer algo, María tuvo una idea. “¿Por qué no hablar con los habitantes del pueblo cuando los liberemos? Quizá puedas perdonarles y encontrar la paz.”
La bruja pareció dudar por un momento, pero finalmente desapareció, dejando que los niños siguieran su camino.
Sin perder tiempo, los tres amigos derramaron la poción sobre el suelo, y una luz brillante envolvió el bosque. Los árboles comenzaron a retroceder, y las flores se transformaron en personas, entre ellas los padres de Laura, Juan y María.
“¡Es nuestro pueblo!” exclamó Juan al darse cuenta de que el bosque maldito había sido su hogar todo el tiempo. Aunque felices por haber roto la maldición, también se sintieron tristes al pensar en la bruja Estela, quien había elegido la soledad.
Desde ese día, prometieron cuidar el bosque y compartir la historia para que nadie volviera a repetir los errores del pasado.